15 noviembre 2009

Sobre las matas que matan

Según dicen algunos expertos en salud, alimentos como el huevo y el chicharrón, sólo por mencionar dos ejemplos, matan. Su consumo en exceso puede elevar los niveles de colesterol a tal punto de taponar las arterias y causar un paro cardiaco fulminante.
Siguiendo la lógica de esta recomendación médica, podríamos decir que desde los grandes empresarios avícolas y porcicultores hasta quienes se levantan en las mañanas a escarbar sus gallineros, son potenciales asesinos. Sin embargo, el huevo y la carne de cerdo se sigue vendiendo y consumiendo en miles de formas.

Si los gobiernos del mundo, en su función de velar por el bienestar y la salud de los ciudadanos, declararan la prohibición del huevo y el chicharrón dados sus efectos nocivos en la salud humana, ¿se disminuiría el consumo, la demanda y la producción de huevo y la fritanga en el mundo? No se usted, pero yo estoy seguro de que la respuesta es no.

Por el contrario, la medida traería efectos tales como la creación del cartel del huevo y la Fritanga, con galpones y mataderos clandestinos, oficinas de cobro con asesinos a sueldo que matarían más gente que un chicharrón de setenta patas en cada una de sus comidas, y cocinas malhechas en el fondo de la selva en las que se fritaría hasta de carne de rata de forma insalubre para poder satisfacer la demanda.


Un huevo pasaría de costar $300 en una tienda, a conseguirse en el mercado negro por $5.000. Pero con toda seguridad, y muy a pesar de eso, en nuestras mesas no faltarían estos dos manjares que se han consumido durante miles de años y que no han impedido que los seres humanos lleguen a viejos. Lo mismo, exactamente, pasa con las famosas ‘matas que matan’.

“Soy un marihuanero, no un enfermo ni un criminal”, gritaba un soplete* caleño por los altoparlantes roncos de uno más de los encuentros de la Comunidad Piel Verde, que esta vez se llevó a cabo en Cali el pasado 2 de mayo, en simultánea con más de 200 ciudades del mundo para exigir la liberación de la marihuana y de otras las plantas ¨prohibidas¨.



El anuncio de que tras más de diez debates en el Congreso de la República es inminente la penalización del porte y consumo de la dosis personal, consumidores de todo el país han puesto su grito en el cielo, han armado marchas multitudinarias convocadas por facebook y reconocidos escritores como Héctor Abad Faciolince y Daniel Pacheco han usado sus medios de comunicación para declarar abiertamente que usan estas sustancias y hablar sobre la importancia de poder hacer con sus organismos lo que se les venga en gana.

Pero, según parece, la medida no tiene reversa.

Mientras llega, cientos de jóvenes se toman espacios en las ciudades, como lo hizo la Comunidad piel Verde con el Parque de los Estudiantes, o el de Jovita, frente al colegio Santa Librada en Cali, para explicar el porqué debería ser libre el consumo de la que ellos llaman “la planta mágica” y que precisamente es la prohibición y la clandestinidad la que mata, más no la propia mata. Propuestas como el autoconsumo o sea, que cada consumidor plante su propia dosis en su casa para hacerle frente al narcotráfico y un hueco en sus multimillonarias finanzas, salieron de este espacio.

Música con beats repetidos que llegaban al fondo del cerebro, fanzines, grafitis, carteles, ni un solo policía y mucha pero mucha marihuana fueron los aderezos de esa tarde de sábado. Como era de esperarse, el saldo de muertos, heridos, robos y disturbios fue de cero. Pero ¿acaso la cacareada lógica gobiernista no debió haber mostrado lo contrario?

Así la voz de una niña pagada por la Dirección Nacional de Estupefacientes nos repita a media lengua incesantemente por la radio que la coca, la amapola y la marihuana son matas que matan, me es imposible hacerme una imagen de los miles de indígenas que siembran estas plantas como su única fuente de supervivencia, con una máscara de hockey, una motosierra y sus manos untadas de sangre. ¿Será que en un futuro dejarán de señalarlos a ellos y pasarán a perseguir a los zapateros por utilizar y comerciar pegante bóxer, o dejarán de vender gasolina por ser ésta uno de los alucinógenos más poderosos que hay? Como van las cosas posiblemente así sea.

Si está de acuerdo con el post, lo invito a vivitar este blog, cortesía de El Mantra. Si no, por acá ni vuelva.

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*Léase también: chirrete, vicioso, tostao, marihuanero, fumón, drogo… entre otras.

11 noviembre 2009

Pa One pero de one // Que felicidad!!!

Ayer, 10 de noviembre de 2009, a las 10:00 a.m, confirmaron la tremebunda noticia de que Metallica, la banda que me enlistó con sus melodías hipnóticas en las huestes del metal, tocará por segunda vez en Colombia. Jueputa!!! no me cabe la felicidad en el cuerpo.

Esta buena nueva me remonta obligatoriamente 14 años atrás, cuando me amarré en los pies todo el peso metalero del álbum negro y me lancé hasta el fondo del rock n' roll, para no correr el riesgo de salir. Por aquella época me tocaba velar las melodías de mi banda favorita desde la puerta de Planet Rock en Palmira o Halley Video Bar en Cali, antros a los que no me dejaron entrar hasta que me compré una cédula falsa. Así que, en compañía de mi primo, me tocaba meterme a Shooters, un bar gay en la sexta al frente del Dancali, donde nos dejaban entrar y proyectaban cada vez que se nos antojaba los videos de One y The Unforgiven. (El fin de semana pasado mi primo me dijo que Aventura, la maricada esa de bachata, era para él como Black Sabbath para mí)

Fueron estos videos los que alimentaron mi ilusión de ser un mechudo, cuando aún estudiaba en un colegio militar y no tenía ni siquiera boso. Tuve que esperar un tiempo, pero hoy la cabellera me llega más abajo de los hombros. Estos manes me criaron, sin lugar a dudas. Quería ser como ellos, alcohólico y todo.



Las música de los cuatro jinetes negros ha sido la banda sonora de mi vida y, aunque obviamente con el tiempo mis oídos exigieron nuevas y más refinadas melodías, nunca pero nunca abandoné mi Metallica del alma.

Mientras mis familiares, amigos y compañeros de colegio se dejaron abofetear por modas culas de las que ya no queda nada como los Back's Street Boys, la champeta, el chis pum y el reggaeton (a esta todavía le queda un tiempito), yo seguía fiel a mis héroes, diccionario en mano, aprendiendome una a una sus canciones, guardando hasta el último centavo de la lonchera para comprarme sus discos y sus camisetas, y grabando especiales de la radio para poder escucharlos en un walkman gigantesco que tenía y repetirlos con mi propia vos a todo volúmen por los altoparlantes de la emisora de mi colegio.

Seguiré actualizandolos a cerca de las novedades del concierto y, si acaso alguien lo pide, puedo profundicçzar en detalles e historias al rededor de semejante banda. Seguramente, como hice con conciertos como Iron Maiden, Judas Priest, Motorhead, Heaven & Hell y Barón Rojo, lo cubriré para el periódico. Pero esta vez trataré de entrevistar a alguno de estos monstruos del metal. Les estaré avisando como me va al respecto.

Por ahora les dejo la cuenta regresiva y esta última imágen que tenía reservada para otra entrada pero que no me aguanto las ganas de publicar ya mismo.

Ah, por si no se ha enterado, o si es uno de los lectores extranjeros y quiere saber por simple curiosidad, las boletas salen a la venta elpróximo martes, 17 de noviembre, a las 10:00 am. Las localidades se llaman ONE, The Unforgiven y Enter Sandman; y tienen el no módico valor de Us$ 175, Us$ 120 y Us$ 60.

Si, se que es mucha plata, y sé también que usted puede ser uno de los que me tacha de loco sin dudarlo por gastarme tanto billete en este o cualquier otro concierto (acá en Colombia el viejo truco, para no reconocer que se es un güevón y un incapáz para ir a ver las bandas que le gustan, es decir que ya están viejos, que cambiaron la formación y que si hubieran venido en la buena época sin duda irían).

Antes de tan sólo pensar en aquella desfachatés, recuerde el nombre del blog que está leyendo, eso resolverá de inmediato su duda.