29 octubre 2009

Los rockeros van al infierno, no a la sucursal del cielo


Amigos lectores: Ciertamente, el texto que a continuación van a leer se sale del estilo que hasta ahora han leído en el blog. El siguiente es el primero de varios posts que pienso de poner escritos en tono periodistico, algunos de los cuales han sido publicados en medios de comunicación. No es el caso de éste, que lo escribí hace algún tiempo para una revista caleña que finalmente nunca vió la luz. (Aunque el editor, amigo y seguidor de este espacio, sigue teniendo el derecho de publicarlo cuando y donde quiera). Por ahora, aquí les va. Ah, y recuerde dejar su comentario al final.
_________________________________________________________


Noviembre de 1992 es un mes que los viejos rockeros de Colombia difícilmente podrán olvidar, aunque muchos melenudos caleños de antaño quisieran hacerlo a toda costa. Para el día 30 de tan memorable mes, en la cúspide de su carrera musical, los Guns N’ Roses habían anunciado su show en la capital del país, y ocho días después, tendría lugar en Cali el concierto ‘Ecomundo 1992’ al que el bajista bogotano Chucho Merchán invitó a sus amigos Roger Daltrey, fundador y voz principal de los británicos The Who, David Gilmour, quien hizo lo propio con las leyendas Pink Floyd; y Phil Manzanera, guitarrista y productor de los ingleses Quiet Sun y Roxy Music.

Muchos Caleños viajaron a Bogotá a presenciar el impresionante show de Axl Rose y su banda, que tenía un valor de $80.000 en la localidad más costosa; pero no pocos se quedaron porque el bolsillo no estiraba tanto como para ir a la capital y regresar al show de semejantes estrellas en el Pascual Guerrero. Había que escoger y muchos caleños no lo pensaron dos veces: ver a los dinosaurios del rock, por $30.000 la boleta más cara, y sin tener que viajar, era una ganga que no se volvería a ver.

Gilmour y Chucho Merchán en Cali. Para ese entonces yo estaba en 2do de primaria. Digamos que tenía que hacer muchas tareas y no pude ir.

Guns N’ Roses fue un éxito absoluto, no sólo por el lleno total de El Campín, abarrotado hasta el último centímetro por rockeros de todo el país, sino por el excelente show de los norteamericanos. Ya en Cali, tierra caliente, salsera y efervescente como ninguna otra, se hablaba de la profanación del templo futbolístico donde los grandes de la pachanga hacían de las suyas cada vez que querían. Sin embargo, se esperaba un lleno superior al de la semana anterior en Bogotá; los dioses ingleses, las leyendas vivientes del rock n roll, tocarían durante más de dos horas. Pues bien, de los 45.000 espectadores que caben en el Pascual, tan sólo 3.000 acudieron a la cita que le daría la ‘patadita de la mala suerte’ a los grandes conciertos de estadio en tierra caleña. Poco público, tropeles por doquier y una lata de cerveza en la cara de una de las coristas de Gilmourm, fueron los puntos más recordados de la fatídica noche. Desde ese momento, salvo contadas ocasiones, cada que hay un concierto de la banda que sea, en el lugar que sea, o el día que sea, los pocos asistentes, por más que traten, no encuentran explicación a la soledad en la que las bandas deben tocar.

El de los alemanes Desaster fue uno de los últimos conciertos internacionales que yo podría catalogar como excelente

Desaster y yo.

"Sencillamente nos cansamos de perder plata en los grandes conciertos que hicimos en Cali. Sabemos que hay gente que quiere siente la música con pasión y esos son los que viajan, así que en cualquier lugar los esperamos. Pero a Cali, jamás", aseguran empresarios como Carlos Oñoro y Juan Diego Arbeláez, que en algún momento hicieron eventos que, por lógica, se llenarían como sucede en tantas ciudades del mundo, menos en la capital de la salsa.

Pero ¿porqué los rockeros dejaron de asistir masivamente a los conciertos, como aquella vez en la que el Pascual albergó a 30 mil espectadores en el concierto de REO Speedwagon, Milli Vanilli, Soda Stereo, Hangar 27, Kronos y hasta el popular Franco de Vita y el salsero Nino Segarra? ¿O cuándo Carlos Santana llenó el Coliseo del Pueblo con 4 mil almas de largas cabelleras, cacao sabanero y LCD en todas sus variaciones?

Álvaro Marín, el ya célebre paisa propietario del almacén Todorock, y uno de los personajes insignes del movimiento en la ciudad –que además ha organizado varios conciertos-, tiene varias teorías. La primera se apoya en el desvencijado eslogan de la salsa. A eso le suma el bajo poder adquisitivo del rockero promedio y la falta de apoyo del sistema caleño. "¿Recuerda el concierto de Misfits hace 3 años?", pregunta el paisa Marín. "Cuándo había visto usted tantos punkeros reunidos y sin poner problema. Pues resulta que entran 500 pelaos, la policía se lleva 300 y deja a otros tantos afuera. Pues el año pasado los Misfits volvieron a Colombia y adivine qué pasó con Cali", recalca.

Misfits en Cali. Otro de los mejores de los últimos años

Misfits y yo.


Y eso que Álvaro menciona el que se hizo, para no hablar de la vergüenza que la sucursal del cielo pasó al hacerle el feo a la primera banda de Hard Rock americana que pisó suelo nacional: Quiet Riot. Se presentaría junto a Barón Rojo en marzo de 2005, y a una semana del show no se habían vendido ni cien entradas.

El resultado era obvio. Ese domingo el único Barón Rojo que se escuchó en el Coliseo Evangelista Mora fue el eco de la tribuna sur de El Pascual y, desgraciadamente, Kevin Dubrow, la voz líder de Quiet Riot. murió en su mansión de Las Vegas sin probar la lulada, ni el pandebono con champús. Eso sí, en Bogotá el toque fue alucinante.

Kevin Dubrow. R.I.P

Conciertos que marcaron época en la década pasada como Helloween, Mago de Oz, Ángeles del Infierno y Rata Blanca, no fueron suficientes para que el panorama de la música que apasiona a tantos en esta ciudad de trompetas, maracas y congas fuera menos negro. Mucho más se podría hablar del tema, pero ya todo está dicho en el título del himno de Barón Rojo (no sur): ‘Los Rockeros van al infierno’, no a la sucursal del cielo.

A comentar pues!!!

21 octubre 2009

¡MILAGRO!


En tazas de chocolate, árboles, baldosas, sandwiches, veladoras... no importa. El señor es libre de escoger en cual de sus hijos se manifiesta.

19 octubre 2009

El riesgo es que te quieras quedar

Si usted es colombiano sabrá perfectamente de lo que voy a hablar, aunque sea de aquellos que se hacen los de la vista gorda. En caso de no haber nacido o no habitar actualmente el país que el Sagrado Corazón de Jesús adoptó en 1902, le voy a simular una situación que sólo pasa en ésta, mi querida tierra natal.

Imagínese que usted es un muchacho, niño o mujer colombiano en edad productiva, que no tiene un centavo en el bolsillo y que su familia está pasando miles de necesidades. O mejor aún, hagamos esto: imagínese que usted, sigue siendo usted. Ahora bien, piense que un día sale con un amigo, que pefectamente podría ser yo, a dar un paseo y que en esas nos topamos con un grupo de soldados amistosos, de los que aún conservan sus dos piernas y parecidos a los que cambian ruedas pinchadas a cualquier carro en un comercial de TV. Acto seguido estos 'héroes de la patria' nos invitan a dar un paseo, nos dan un par de cervezas para el calor y les caemos tan bien que nos ofrecen trabajo. Eso sí, tenemos que dejar nuestra casa y marcharnos lejos por un tiempo.

"Juemadre que debuenas, nos salvamos de la inmunda", pensaríamos seguramente casi que al unísono, pero no antes de sentirnos eternamente agradecidos con aquellos salvadores. Vamos a nuestros hogares por un beso y abrazo de nuestros familiares a meter un par de cosas en una mochila y emprendemos viaje con nuestros nuevos amigos.
¿Hasta ahí todo muy bien no? Nada raro; al fin y al cabo su misión es ayudarnos, para eso nuestros padres, familiares, amigos y vecinos han aportado una buena parte en impuestos del poco dinero que reciben para subsidiar sus sueldos. Digamos que nuestros nuevos amigos de verde lo están haciendo como una retribución.
Pues ese abrazo a nuestras madres en medio de tanta emoción resultaría siendo el último, al igual que nuestro viaje y que la cerveza que tan amablemente nos regalaron. Aquellos amigables soldaditos que quisieron ayudarnos con nuestra miseria de vida, terminaron acabando con ella. Ultimándonos a tiros para después vestir nuestros cadáveres con camuflados y hacer que nuestras manos inertes agarraran fusiles para entregarnos a sus superiores como trofeos de guerra.
Por si no sabía, a eso se le conoce aquí en Colombia como un falso positivo y nosotros dos acabamos de engrosar su nefasta lista.
Para que comprenda bien a qué me refiero, imagínese por último que después de toda esta historia, usted es uno de los cuerpos que yace como guerrillero muerto en combate dentro de una de estas bolsas:



¿Aterrador no? ¿Y si fuera su hermano, hijo, novio, esposo, mejor amigo o vecino? Seguramente hasta si fuera su perro le dolería en el alma.

Toda esta triste historia me sirve como pretexto para mostrarles, a los que no conocen las cifras aún, en que va hasta hoy el rollo de los falsos positivos en mi querido país (al que quiero mucho realmente, pa que no vaya a comenzar a decir idioteces como que lo único que hago es rajar y que porqué no mejor hablo de los hermosos paisajes).


2077 asesinatos de personas inocentes para hacerlos pasar como guerrilleros muertos.

55 menores de edad.

122 mujeres.

MORALEJA:

Llevamos 107 años encomendados a este man y no ha servido es pa un culo no?

Comente, es gratis!!!

15 octubre 2009

Se vino la lluvia

Tras una conversación cualquiera el fin de semana pasado sobre el calor que está derritiendo nuestros cerebros por estos días, una conclusión reveladora apareció. Hela aquí: los malditos cuarenta y pico de grados que nos tienen azotados, son los culpables del atraso de nuestros pueblos. Este clima con el que fuimos maldecidos es uno de los factores determinantes para que andemos con la cabeza gacha y los ojos tapados, lo que refuerza sin más explicaciones la improvisada teoría. ¿O encuentra usted actitud más derrotista que esta?

El calor que azota todo el año a los colindantes con la línea ecuatorial, nos tiene es pero jodidos. Y si no miremos la situación de los países que comparten nuestra posición: Ecuador, Santo Tomé y Príncipe, Gabón, República del Congo, República Democrática del Congo, Uganda, Kenya, Somalia, Maldivas, Indonesia, Kiribati, Venezuela, Brasil... algunos desconocidos por estos lados del mundo, otros no tanto; pero al fin y al cabo: unidos por el puto calor.
Es una sandez, estoy de acuerdo, pero por lo menos un poco más elaborada que la típica frase de fila de banco, pasillo de MIO, taxista-pasajero, paradero de bus, mensaje de mesenger y facebook, entre otras, que se limita a decir ¿Que calor no?

Con la llegada de octubre llegaron también nubes negras sobre Colombia y por fin se ve caer agua. Y aunque los noticieros y matutinos anuncian catástrofes que dejan en la mismisima inmunda a cientos de familias, que ven como desde sus colchones hasta sus cerdos se alejan en caudales que antes nunca existieron, tengo que admitir que estoy feliz. Y no por estas desgracias, que si bien me impactan, no me sorprenden ni me importan, sino porque esta puta sequía me estaba deschavetando.
Por fin se llegó el día tan esperado de poder ir a trabajar con chaqueta, de escuchar las gotas golpear con fuerza mi techo mientras duermo, de buscar un helado al medio día por su sabor y no por una mera necesidad térmica y de dejar a un lado el tema recurrente del berraco calor.
¿Será porque el primer clima que sentí en esta vida fue el de octubre es que detesto el maldito calor y que cuando cada año comienza su final mejora mi existencia? Esa teoría me resulta un poco más viable que la que abrió este post.

14 octubre 2009

Voy a empezar un blog


Desde hace cerca de tres años escribo todos los berracos días de mi vida. Es más, por hacerlo me pagan. Quienes me han leído en la prensa con regularidad podrán creer que ésta es una de mis pasiones, pero el hecho de que teniendo tanto que contar, y de que apenas a escasos 8 días del vigésimo sexto aniversario de mi natalicio me haya decidido a iniciar este portal, es un lamentable indicio de lo contrario. O por lo menos para los mencionados lectores regulares y en caso de que no sean un producto más de mi imaginación. Como verán, si es que existe alguna opción en la página para hacerlo, este blog fue abierto en noviembre de 2008. Pero, ¿cómo es que 11 meses después viene a aparecer el primer post?, ¿Acaso el nombre del blog es tan sólo una presunción de omnipresencia y no pasa nada por la vida de este tipo?, se preguntará usted. Lo cierto es que muchas cosas tuvieron que ser contadas en este lapso de tiempo, pero simplemente no se me antojó hacerlo.
La pérdida de mi querido viejo, la estrella 13 de mi equipo adorado, el hecho de tener un hermano cuyo cuerpo está poseído por los espíritus de Don Ramón y Daniel el Travieso, cantar en una banda, haberme embriagado en mi propio bar, asistir a los conciertos de rock más importantes de la historia de mi país, hacer un documental para la TV nacional, viajar durante un mes de Cali a Buenos Aires con US$ 750, acompañado además de la mujer junto a la que llevo 9 años del mejor noviazgo en la historia de la humanidad y el simple hecho de hacer con mi vida lo que se me da la puta gana, son algunas de las situaciones sobre las que pude haber derramado comentarios. Y seguramente lo haré a partir de ahora.
Así, 11 meses después, me doy la bienvenida a la blogosfera y les doy la bienvenida a 'El que siempre va', un espacio que escatimará en eufemismos pero no en madrazos. Para disfrazarse mejor desnudarse.
Lea, sugiera, comente, insulte, quéjese, responda, madree, amenace... como dirían en Taringa "nada cuesta".