15 octubre 2009

Se vino la lluvia

Tras una conversación cualquiera el fin de semana pasado sobre el calor que está derritiendo nuestros cerebros por estos días, una conclusión reveladora apareció. Hela aquí: los malditos cuarenta y pico de grados que nos tienen azotados, son los culpables del atraso de nuestros pueblos. Este clima con el que fuimos maldecidos es uno de los factores determinantes para que andemos con la cabeza gacha y los ojos tapados, lo que refuerza sin más explicaciones la improvisada teoría. ¿O encuentra usted actitud más derrotista que esta?

El calor que azota todo el año a los colindantes con la línea ecuatorial, nos tiene es pero jodidos. Y si no miremos la situación de los países que comparten nuestra posición: Ecuador, Santo Tomé y Príncipe, Gabón, República del Congo, República Democrática del Congo, Uganda, Kenya, Somalia, Maldivas, Indonesia, Kiribati, Venezuela, Brasil... algunos desconocidos por estos lados del mundo, otros no tanto; pero al fin y al cabo: unidos por el puto calor.
Es una sandez, estoy de acuerdo, pero por lo menos un poco más elaborada que la típica frase de fila de banco, pasillo de MIO, taxista-pasajero, paradero de bus, mensaje de mesenger y facebook, entre otras, que se limita a decir ¿Que calor no?

Con la llegada de octubre llegaron también nubes negras sobre Colombia y por fin se ve caer agua. Y aunque los noticieros y matutinos anuncian catástrofes que dejan en la mismisima inmunda a cientos de familias, que ven como desde sus colchones hasta sus cerdos se alejan en caudales que antes nunca existieron, tengo que admitir que estoy feliz. Y no por estas desgracias, que si bien me impactan, no me sorprenden ni me importan, sino porque esta puta sequía me estaba deschavetando.
Por fin se llegó el día tan esperado de poder ir a trabajar con chaqueta, de escuchar las gotas golpear con fuerza mi techo mientras duermo, de buscar un helado al medio día por su sabor y no por una mera necesidad térmica y de dejar a un lado el tema recurrente del berraco calor.
¿Será porque el primer clima que sentí en esta vida fue el de octubre es que detesto el maldito calor y que cuando cada año comienza su final mejora mi existencia? Esa teoría me resulta un poco más viable que la que abrió este post.

4 comentarios:

El Mantra dijo...

Que siga lloviendo... esperemos.
Parce, el primer apostol!!!

Nacho dijo...

Acá también llegó ya la temporada de ponerse más cobijas para dormir, doble camiseta, gorro de lana y paraguas. Pero la gozamos.

Anónimo dijo...

Cuando empieza a llover quito la música, pero si se alarga demasiado me apetece escuchar algo, lo ideal es gente como Bach o Debussy. A propósito de la lluvia, me gustaría introducirme en el mundo de la lluvia dorada...

Unknown dijo...

Nos quejamos de todo, que tal que nos tocaran las inclementes estaciones, donde en verano el calor es tres veces peor que el de Cali y en el invierno la temperatura es bajo cero. Es cultural que nos quejemos de la lluvia o el calor. Yo como buena costeña prefiero darme varios baños al día que arroparme de pies a cabeza.