19 octubre 2009

El riesgo es que te quieras quedar

Si usted es colombiano sabrá perfectamente de lo que voy a hablar, aunque sea de aquellos que se hacen los de la vista gorda. En caso de no haber nacido o no habitar actualmente el país que el Sagrado Corazón de Jesús adoptó en 1902, le voy a simular una situación que sólo pasa en ésta, mi querida tierra natal.

Imagínese que usted es un muchacho, niño o mujer colombiano en edad productiva, que no tiene un centavo en el bolsillo y que su familia está pasando miles de necesidades. O mejor aún, hagamos esto: imagínese que usted, sigue siendo usted. Ahora bien, piense que un día sale con un amigo, que pefectamente podría ser yo, a dar un paseo y que en esas nos topamos con un grupo de soldados amistosos, de los que aún conservan sus dos piernas y parecidos a los que cambian ruedas pinchadas a cualquier carro en un comercial de TV. Acto seguido estos 'héroes de la patria' nos invitan a dar un paseo, nos dan un par de cervezas para el calor y les caemos tan bien que nos ofrecen trabajo. Eso sí, tenemos que dejar nuestra casa y marcharnos lejos por un tiempo.

"Juemadre que debuenas, nos salvamos de la inmunda", pensaríamos seguramente casi que al unísono, pero no antes de sentirnos eternamente agradecidos con aquellos salvadores. Vamos a nuestros hogares por un beso y abrazo de nuestros familiares a meter un par de cosas en una mochila y emprendemos viaje con nuestros nuevos amigos.
¿Hasta ahí todo muy bien no? Nada raro; al fin y al cabo su misión es ayudarnos, para eso nuestros padres, familiares, amigos y vecinos han aportado una buena parte en impuestos del poco dinero que reciben para subsidiar sus sueldos. Digamos que nuestros nuevos amigos de verde lo están haciendo como una retribución.
Pues ese abrazo a nuestras madres en medio de tanta emoción resultaría siendo el último, al igual que nuestro viaje y que la cerveza que tan amablemente nos regalaron. Aquellos amigables soldaditos que quisieron ayudarnos con nuestra miseria de vida, terminaron acabando con ella. Ultimándonos a tiros para después vestir nuestros cadáveres con camuflados y hacer que nuestras manos inertes agarraran fusiles para entregarnos a sus superiores como trofeos de guerra.
Por si no sabía, a eso se le conoce aquí en Colombia como un falso positivo y nosotros dos acabamos de engrosar su nefasta lista.
Para que comprenda bien a qué me refiero, imagínese por último que después de toda esta historia, usted es uno de los cuerpos que yace como guerrillero muerto en combate dentro de una de estas bolsas:



¿Aterrador no? ¿Y si fuera su hermano, hijo, novio, esposo, mejor amigo o vecino? Seguramente hasta si fuera su perro le dolería en el alma.

Toda esta triste historia me sirve como pretexto para mostrarles, a los que no conocen las cifras aún, en que va hasta hoy el rollo de los falsos positivos en mi querido país (al que quiero mucho realmente, pa que no vaya a comenzar a decir idioteces como que lo único que hago es rajar y que porqué no mejor hablo de los hermosos paisajes).


2077 asesinatos de personas inocentes para hacerlos pasar como guerrilleros muertos.

55 menores de edad.

122 mujeres.

MORALEJA:

Llevamos 107 años encomendados a este man y no ha servido es pa un culo no?

Comente, es gratis!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Le quiero dar gracias a esa vieja novia que me pagó la libreta militar, no me hubiera gustado ser un cabronazo de estos...